" Emilia Hazelip me habló de un grupo de permacultorxs californianos que asesoraban a grupos organizados de consumidores: Promovían la adquisición de terrenos agrícolas, donde ejecutaban diseños intensivos. Además de producir verdura, fruta y bichos, iban preparando encajes de vivienda, de forma que luego; si conseguían negociar recalificaciones con la administración; la gente podía comprarse casas y ponerlas en el sitio... Esta es, creo, la intervención más de mercado que se podría llevar a cabo desde las ciudades. Otra opción, más tecnócratica pero también dentro del juego estricto del mercado es esperar; paciencia guerrera; a que las cosas se pongan un poco más peor de lo que están, y que los agroganaderos se vean tan entre la espada y la pared, que empiece a no dolerles violar los tabúes de la religión que, sin saberlo, profesan... Otra es la intervención institucional pura y dura, a fuerza de planes de formación intensiva, experiencias piloto e incentivos directos: Como hacia el IRIDA, aquel, pero a plan diametralmente opuesto...
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J. Ramón Rosell