"La economía evita computar aquello que escapa a su lógica: las externalidades de la contaminación y la destrucción del territorio aparecen como un resultado banal del crecimiento inmobiliario; los recursos fósiles se valoran según su coste de extracción, aunque su formación ha requerido cientos de millones de años; el trabajo de cuidados, esencial para la reproducción y el sostenimiento de la vida, desaparece subsumido bajo el valor abstracto de la fuerza de trabajo.
La continuidad de la acumulación requiere de la constante producción de valor, de mercancías. La propuesta del decrecimiento atenta contra ese precepto fundamental, propugnando la reducción de necesidades y deseos, el ahorro energético, la equidad social y la vuelta a circuitos cortos de producción y comercialización.
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Miguel Moro Vallina